Hace un tiempo escribí la historia de la huerta, en realidad el camino recorrido de los amigos de la huerta.
Nuestra historia es una historia de amor: tiene quebrantos pero el empeño quita el dolor aunque los años nos recuerdan a algunos esfuerzos ya no los debemos hacer.
Las inclemencias del tiempo, la falta de tiempo para trabajar más y mejor (nuestra labor es voluntaria), el desgaste a veces por no llegar a un acuerdo, compañeros-amigos de la huerta que se quedaron en el camino, pero que siguen en nuestro recuerdo con mucho cariño. Ya que algunos fuimos los que tímidamente sin saberlo estábamos formando este grupo, dejando una marca a modo de presencia en la huerta, como por ejemplo la higuera de Adolfo, o la Angélica de Wenceslao, o el falso curry de Elsa.
Para los antiguos y por favor no sientan que discrimino, esa es la marca que fueron dejando esos primeros compañeros; ya que cuando recorremos la huerta es imposible no acordarnos, por lo menos en mi caso, de cada uno de ellos.
Gracias por dejar su amor y de alguna manera marcarnos el objetivo, porque a pesar de la ausencia ustedes también indican nuestro camino.
Fuimos muchos y seguimos siéndolo, que con dificultades, aciertos, idas y venidas, pero con presencia, sueños y mucho trabajo estamos.
Y se van sumando como por ejemplo los alumnos de cada curso que se emocionan tanto, como nos pasó a nosotros en su momento y nos fuimos quedando.
Gente que paseando un domingo soleado se asoma por el alambrado preguntando por un curso, o si vendemos verdura, que loco no?, pero lo loco es lo nuestro que preferimos pasar un domingo en la huerta sacando maleza para que prosperen sanos y fuertes los tomates, o despuntando las albahacas para que no florezcan antes de tiempo, o siguiendo el camino de las hormigas. La cuestión es que ese entusiasmo es contagioso y los Amigos de la Huerta se van sumando.
Quizás se me dificulte transmitir lo mágico que es ver a un pibe cuando visita la huerta, su carita de asombro al ver una lombriz haciendo su trabajo (algo que previamente le contó la seño en el colegio), o poder transmitir lo milagroso que hay en una semilla cuando con tanto esfuerzo hacemos un almacigo con ellos, eso es en parte lo que sentimos y nos une a nosotros los amigos de la huerta.
Esta es nuestra pequeña y gran historia de Amor, el amor por la tierra que silenciosa nos da tanto.
Gracias por formar este grupo, gracias por estar, gracias por dejar su huella.
Cariños Amigos de la huerta
Fátima Castro
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